Gestión de emociones

¿Emociones?, ¿qué son exactamente?, ¿se localizan en algún sitio?, ¿son temporales?, ¿condicionan nuestro carácter?, ¿se acumulan?, ¿se contagian?, ¿se comparten?, ¿se heredan?, ¿marcan nuestro ADN?, ¿pueden llegar a marcar una identidad?, ¿los genes se emocionan? ¿los axones de las neuronas transmiten emociones? ¿en las sinapsis se traspasan también emociones? ¿se emocionan los animales?, ¿y las plantas?, ¿qué pasa cuando 100.000 personas comparten una emoción al mismo tiempo de forma presencial?, ¿y si comparten la emoción por Internet, o viendola TV?, ¿son algunas personas más emocionales que otras?, ¿las emociones se puede escanear o detectar en radiografías?, ¿pueden llegar a crear molestias, disfunciones, o incluso enfermedades?, ¿son predecibles?, ¿son como los pensamientos o los sueños?, ¿nos emocionamos cuando soñamos?, a veces soñamos lo que nos sucede al día siguiente ¿son cuánticos los sueños?, ¿y las emociones?


Pues…, las respuestas…, no sé si sabríamos responder a todas…, vamos a intentarlo explicando experiencias concretas…


Hace unos meses estaba con un amigo, que es director de una importante cadena de radiodifusión, y comentábamos todo esto de las emociones. En un momento determinado, para no tener que dar demasiadas explicaciones, preferí pasar a la práctica. Saqué una sonda plegable que llevo siempre en el bolsillo y me puse a buscar emociones en su sistema cerebroespinal (suena un poco extraño ¿no?). Las busqué de la misma manera que buscamos agua para hacer pozos: a medida que la perforadora va haciendo el agujero, se constata la predicción…, y con un poco de práctica se puede afinar mucho.


Al llegar a una zona determinada del sistema nervioso central la sonda se cerró: ¡uy!, ¿qué hay aquí?, le dije…, por el sitio que he localizado esta información (esta emoción), debes tener mal de estómago.


Mi amigo cambió la cara, y después de una breve pausa sacó una pastillas del bolsillo: mira las llevo siempre, son para el estómago, dijo.


Y continuó haciéndome preguntas sobre cómo había podido detectarlo, y en tan solo unos 10 segundos. Le comenté que era muy sencillo: en África “todos” encuentran agua, le dije, precisamente una fundación que desarrolla su actividad en ese continente me lo constató. Buscar agua o buscar otras informaciones es lo mismo. En los cursos de radiestesia que damos, al primer día todo el mundo llega a detectar informaciones de este tipo, continué…


Una vez detectada la información me detuve unos 10 segundos más, el tiempo justo para resonar con dicha “información”. “Resonar” no es nada extraño, ya que cuando localizas una información es porque estás resonando con ella. Y según explican los físicos cuánticos, cuando resuenas con una información la estás modificando.

El tema acabó allí, no dimos más importancia al hecho, había quedado como una cosa curiosa, peculiar y un poco extraña.


Una sonrisa me invadió al cabo de un mes al leer un SMS que decía: ¡Hola ¿cómo estás?, desde el día que nos vimos, hace un mes, me despareció el mal de estómago, y no ha vuelto!


Ante este hecho me pregunté: ¿psicológico? ¿es magia? ¿placebo? ¿es bueno? ¿volverá a aparecer el dolor? ¿cuándo? ¿es casualidad? ¿qué pasó exactamente en su cuerpo y en su mente?…, y muchas preguntas más, porque es importante ser curioso, y es imprescindible autocuestionarse continuamente.


Hace poco más de un mes, una pareja de investigadores científicos, ella es doctora en medicina especializada en el sistema nervioso central, me vinieron a visitar, curiosos, para conocer un poco todo este tema, y acabamos mirando (rastreando) sus emociones.


En un momento determinado me dijeron: mira, no sabemos por qué, pero los dos nos estamos engordando, y no lo entendemos porque no hemos cambiado ni la dieta, a base de verdura y comida casera, ni nuestro hábitos.


Qué divertido, vamos a investigar, les dije. Al cabo de unos pocos minutos les informé que había encontrado una “información” relacionada con ese tema: una emoción que habían tenido los dos hacía un año y cuatro meses, y estaba relacionada con una persona concreta. Les dije edad aproximada que podría tener, el sexo y alguna cosa más…


Enseguida asociaron esa información con un hecho concreto que les había sucedido. Trabajé un poco en “resonancia” con la información y dejamos el tema.

Otra vez la sonrisa en mi cara: pasadas unas tres semanas recibo un correo en el que me informaban que los dos se habían adelgazado tres kilos.


Ahora volvería a hacer otra vez las mismas preguntas de antes, pero realmente, ¿qué sucede con todo esto de las emociones cuando se detectan y se tratan?

Es complejo…, pero lo que sí hemos constatado es que tratando las emociones, a partir de experiencias concretas, a algunas personas les desaparece el síntoma y la dolencia para siempre y a otras les vuelve a aparecer al cabo de un tiempo.

En las personas que les vuelve a aparecer el síntoma, la información es bastante más compleja y no es solamente localizable en un momento y situación concretos, sino en muchos más momentos y situaciones. O sea, que la “información” ha resonado o se ha activado (la emoción se ha identificado de nuevo y reproducido) en muchos más momentos. Por lo tanto en estos casos hay que trabajar mucho más a fondo. Además, las “informaciones”, las emociones, son acumulables y se pueden heredar. De hecho en muchos casos son las emociones heredadas las que están más relacionadas con las primeras causas que provocan los síntomas. Estas emociones son parte de la “memoria” del cuerpo, de nuestra herencia, y nos condicionan. Podríamos decir que la memoria que heredamos configura nuestra personalidad. Heredamos memorias e informaciones muy diferentes, que se materializan en forma aptitudes, defectos, síntomas e incluso enfermedades.


La información está también directamente relacionada con la sensibilidad de las personas. En realidad las personas sensibles llevan mucha información, por lo que resuenan con casi todo: una gran virtud, desde nuestro punto de vista, por muchas razones, tan solo han que intentar aprender a gestionar la sensibilidad, gestionar las emociones. La vida para estas personas tiene muchos más alicientes, más sentido y permite (posibilita) aprender mucho más.


Para finalizar este artículo recordaremos que en algunas culturas se trabaja a partir de los síntomas, pero no para tratarlos, sino para buscar las causas. Opinan que encontrar la causa de la enfermedad es mucho mejor que aliviar el síntoma. Y se está constatando que las memorias del cuerpo guardan una relación directa con las causas.


¿Hemos respondido a las preguntas del inicio?… No lo sé, pero estamos seguros de que la clave de la vida está en las preguntas, más que en las respuestas. Las respuestas son lo que ya conocemos.


Nos gusta opinar que la superación de los seres humanos consiste en la capacidad de generar preguntas…, las preguntas abren mundos nuevos, mundos que siempre nos posibilitan descubrir cosas nuevas…


El motivo de este artículo no es otro que cuestionar, y cuestionarnos, lo que estamos investigando desde hace tiempo. Y otra forma de continuar avanzando es con el seminario que ofrecemos en breve, precisamente sobre la gestión de las emociones. Puede ser apasionante. Lo haremos en tres bloques: en el primero trabajaremos la gestión de las propias emociones de cada uno, el segundo servirá para aprender a localizar la información y el tercero para localizar y gestionar emociones de otras personas. Será eminentemente práctico y se trabajará directamente sobre las “informaciones”, o sea, sobre las emociones.