Sonia Fernández Vidal, física cuántica

Hace ya bastantes días me hablaron de Sonia Fernández-Vidal, una física cuántica muy joven y entusiasta que se ha obsesionado en explicar que la física cuántica es fácil de entender y asequible para todos. Reconozco que no hice mucho caso, y hora me arrepiento.


¿Que por qué me arrepiento?, pues porque me ha bombardeado información sobre ella y su libro por todos lados en muy poco tiempo. Esta información me ha llegado en forma de materia y en forma de energía…, sí…, aunque ella lo explicaría mejor, es muy fácil de entender.


Pongamos un ejemplo: imaginaros que vais a montar a un caballo y tenéis miedo. El caballo “leerá” ese miedo, o sea que lo sabrá y según como le pille podría crear una situación delicada para ti, que pretendes montarlo.


¿Qué ha pasado? ¿Cómo lo sabe? ¿Alguien se lo ha chivado? La respuesta es muy simple y, como siempre, hay dos maneras de explicarlo.


La primera diciendo que es fruto del instinto, con lo cual, como es algo que nadie discutirá, nos quedaremos más o menos satisfechos, aunque nadie sepa qué es exactamente, cómo, por qué y cuando actúa, ni qué parte del cuerpo lo genera, ni donde se alberga.


La segunda, que es la que me gusta a mí, diciendo que el caballo ha recibido una información. Esa información le llegaría igualmente aunque no vea, ni toque, ni huela, ni oiga a la persona que lo va a montar. Él percibe “información-miedo” y se asusta, y precisamente esa información la emite “el miedoso” (perdón).


¿Qué tipo de información es? ¿Como la recibe? A nosotros nos gusta opinar que es información emitida por partículas muy pequeñitas, material subatómico, partículas que en ese momento se comportan como energía (permitidme que no hable aquí de ese tema para no extenderme, os aseguro que es fácil de entender). Esa misma información el caballo la puede “recibir” aunque la fuente del miedo, el miedoso, esté en otra habitación y el caballo no pueda verla, ni oírla, ni tocarla, ni olerla. Estas mini partículas tienen una vibración, que la percibe el caballo. Ya hace muchos años que un físico cuántico llamado Heisenberg, nacido en Alemania en 1901, consideraba que el átomo era como un oscilador virtual capaz de vibrar en todas las frecuencias posibles, o sea que “todos los átomos” vibran en infinitas posibilidades.


Y nosotros “sólo” somos átomos (el corazón, los pulmones, las uñas, el cerebro…), todo son átomos, todo “nos” vibra. Aquí diría que la vibración “es” información, o sea que el “miedoso,” con su vibración (con la vibración de los átomos de su cuerpo), ha informado al caballo del miedo, y el animal, como es “presa” se asusta. A esta “información” tan especial, difícil a simple vista de entender, la llamamos cuántica (bueno…, el concepto cuántico quiere decir muchas cosas más, que no mencionamos ahora para no complicarlo…, ya lo haremos en otros momentos, no me podré resistir).

Otro ejemplo, que viene al caso y que ya se comenta en algún sitio del blog, es el del Tsunami de Indonesia, donde se salvaron todos los animales que no estaban atados, incluidas las hormigas, que marcharon el día antes.


Ejemplos…, muchos más, como el de los caracoles, que menciono el nuevo artículo del blog sobre la predicción del tiempo. O el de las hormigas del desierto cuando vuelven al nido sin usar GPS, que también menciono en el blog, o el de la experiencia que realizamos en otro día un grupo de 20 personas andando por la calle en la sesión de New Energy…


Pues Sonia Fernández-Vidal ha escrito un libro que se llama “La puerta de los tres cerrojos”, editado por La Galera, que hay que comprar, o al menos yo pienso hacerlo y pido que lo hagáis también, porque los libros en papel son materia, o sea, podréis sentir el olor del papel, podréis subrayarlo y dibujar, escribir referencias, dormirlo, soñarlo, tocarlo, llevarlo a la playa sin que se le acabe la batería…


Y pido también que busquéis en la red, que utilicéis Wi-Fi, Bluetood…, o sea energía (que es fantástica también por las infinitas posibilidades que nos da), para buscar la información que está extendiendo esta física cuántica llamada Sonia Fernández-Vidal.

Y vosotros os preguntaréis ¿Por qué me “ha pillado esta pájara” promocionando un libro y una autora sin conocerla? Pues es muy sencillo, porque la naturaleza es sabia, nos ha puesto una serie de recursos para que vivamos mejor, y si los llegamos a conocer tendremos muchísimas ventajas, seremos mucho más felices, y por respeto a ella (a la naturaleza) tenemos la obligación de escucharla, entenderla.


La física cuántica es como un tabú “raro” que nos rompe esquemas, y ¡qué interesante es romper esquemas, en un momento como éste! La física cuántica “es” la naturaleza, nosotros, que también somos naturaleza, somos cuánticos, y tenemos la obligación de conocernos un poco. Nuestro comportamiento cuántico es interesantísimo (para curarse de enfermedades por ejemplo) y divertidísimo (para cosas que experimentamos en sesiones en los centros de terapias donde damos conferencias y cursos, y para cosas explicaré en próximos escritos).


¿Está claro por qué hago esta promoción, no? Porque esta persona escribe y habla sobre cuántica para que la gente la entienda, para niños, como pretendía hacer Einstein, que consideraba que el conocimiento tenía que ser asequible para todo el mundo.


Acabaré este artículo recordando una vez más que cuando Einstein dijo que la materia se podría comportar como energía y la energía como materia, en oriente dijeron: ¡por fin, aquí llevamos más de 3.000 años diciéndolo y no nos hacíais caso! Aprovecho para decir que la medicina oriental se basa en el comportamiento energético de nuestro cuerpo (que es materia) y la medicina occidental en el comportamiento físico de nuestro cuerpo (que también es energía), y el cuerpo es el mismo, tan solo que tiene dos maneras de comportarse. ¿Ya que es lo mismo, por qué no sumamos las dos maneras de curar?